HISTORIAS CON TAROT

EL JUICIO


Nos hemos reunido unos pocos amigos del grupo de familias para conversar, una tarde, en casa de una amiga. Aparece, en confianza, el tema del tarot y piden una lectura, a veces más por curiosidad que por otra cosa. Les explico que no tiene nada qué ver con adivinar el futuro ni cosa parecida, y que es una actividad seria, de mucho respeto. Están de acuerdo. Casi todos prefieren el método de sacar una carta y 'ver qué pasa'. Y casi todos quieren sacar una más, y otra, y otra... así, hasta cinco. Hay preguntas, comentarios, a ratos risas, alguno que otro chiste malintencionado que no puede faltar cuando alguien pregunta sobre su vida amorosa...
Está R., un gran amigo, alcohólico y codependiente en recuperación. La historia de su hijo todavía tiene zonas oscuras y dolorosas, pero él le hace frente con optimismo, valentía y buen humor. Pide sacar una sola carta. Sale la carta del juicio. Al mirarla, sonríe sin decir nada. Le digo que habla de un final pero también de resurrección y renovación. Se me queda viendo, como quién dice ya lo sabía, para qué tanta explicación. Le pregunto si quiere sacar otra. Sonríe, enigmático:
-No, para qué. Ya me dijo todo.
Toma la carta y la mira un rato más, siempre con una semi sonrisa repleta de paz.
La reunión sigue, ya sin tarot: comemos, bromeamos, tomamos jugo de naranja, conversamos bastante y nos reímos.
Cuando me voy, R. me abraza con un afecto particular y me dice al oído:
-Gracias por esa carta.
Conmovida, le doy las gracias yo también, qué más.

LA MAMÁ



La mamá se parece al ángel protector. A veces demasiado, diríamos. Alguna vez, detrás de su ala izquierda un niño estuvo en peligro y ella se dedicó a cubrirlo con las dos para que el viento de la muerte no lo amenazara más.
El niño, seductor, lo comprendió. Comprendió que era todo en la vida de su madre. Y ahí está: manipulador y convincente, haciéndole saber de su propias fragilidades.
La mamá guarda el amor en una copa cerrada, tal vez por miedo de que se desparrame. Y no se atreve a utilizar la espada que para alguna emergencia lleva en su mano izquierda la reina de copas. Tal vez teme el vuelo del águila que alguna vez tuvo un ala atrofiada.
¿Cómo decirle al consuetudinario ángel de la guarda que a veces no hay mejor cosa que cortar y soltar? ¿Cómo explicarle que tomar las riendas también habla de amar? ¿Cómo atraer la taciturna figura del ermitaño a la amorosa batalla cotidiana, si sigue mirando obstinadamente el pánico que se acurruca en el pasado?
Y mientras tanto, la emperatriz se cobija bajo las alas del ángel que todavía teme ponerse una armadura y conducir sin vacilaciones el carro de la vida.

CON TAROT


A mi amigo Pancho Prado le debo conocer el Tarot y saber que su interpretación no es un hecho adivinatorio barato, sino una bella herramienta para sanar e intepretar la naturaleza humana.
Por eso, mientras Xavier Lasso entrevistaba al presidente Correa en el canal público, me pregunté si podría hacer una lectura sobre su gestión, saqué mis cartas y preparé una lectura basada en el Mito del Héroe. Cuatro cartas: la primera representa al personaje aquí y ahora, la segunda su aliado, la tercera su enemigo y la cuarta su tesoro, lo que tiene que cuidar.

Primera: arcano 14, la Templanza. Un ángel pasa agua entre dos copas. Habla de alguien que trata de mantener un equilibrio. Es, además, alguien con intención de ayudar o proteger. Sin embargo, la tarea no es fácil: intentar pasar el agua de una copa a otra sin regar una gota es complicado, por más que acompañe un deseo de que al final las cosas salgan bien para todos.




La segunda carta, el aliado, es el arcano 8: la Justicia. Se ve una mujer que sostiene una espada en la mano derecha y una balanza no muy centrada en la izquierda. Hay una base legal sólida. Integridad. Ética. Obviamente, me refiero al personaje, más allá de sus colaboradores. Su principal aliado es esa recta intención y también un deseo de hacer las cosas bien, ajustándose a parámetros y a lineamientos que no rompan con normas ni leyes.





Al destapar la tercera carta, con un poco de espanto miramos al arcano 13: el Arcano sin Nombre. Una figura que recuerda un esqueleto camina por un campo con una guadaña, cortando cabezas y arrasando el suelo. La carta tiene varios significados: se relaciona con los cambios radicales, y en este sentido puede hablar tanto de buscar el cambio de un modo demasiado brusco o de resistirse a los cambios necesarios. Sin embargo, el Arcano sin Nombre habla también de algo obvio en nuestro presidente: el mal manejo del conflicto. Esa guadaña corta demasiadas cabezas de manera cruel e innecesaria. Al mirar la carta pienso en la abundancia de adjetivos del presidente ante quienes lo critican, en las confrontaciones que ha mantenido desde que se inició su gobierno. En cómo los medios se agarran de su tono altisonante y le ponen el mote de autoritario aunque en el fondo no sea ni la millonésima parte de autoritario que León Febres Cordero. Decididamente, y creo que aún sin mirar la carta, es claro quién o qué es el peor enemigo de Correa. Y solo de él depende controlarlo.




Al final, destapo la carta que habla de su tesoro. Lo que debe cuidar. Aparece el arcano 20: el Juicio. Un ángel levanta de la tumba, a toques de trompeta, a las personas que resucitarán el último día. Hay mucho que cuidar, no cabe duda. Esta carta habla de vocación, de llamado, y de renacimiento. Tal vez la vocación de Correa, en este momento y en este lugar, sea la de levantar de sus ruinas a un país que ya estaba dentro de su tumba. Pero cuidar esa vocación implica no solo buena intención, no solo deseo de hacer las cosas bien, sino estar consciente de la fuerza y el empeño que el enemigo interior (incluso tal vez más que los de afuera) tiene para boicotear la tarea.




[Artículo de Lucrecia Maldonado publicado en El Telégrafo]